martes, 20 de abril de 2010

SINDROME DE TOURETTE 1



El síndrome de Tourette es un trastorno neurológico caracterizado por movimientos repetitivos, estereotipados e involuntarios y la emisión de sonidos vocales llamados tics. El trastorno lleva el nombre del doctor Georges Gilles de la Tourette, neurólogo pionero francés quien en 1885 diagnosticó la enfermedad en una noble francesa de 86 años.

Los primeros síntomas del síndrome de Tourette se observan casi siempre a partir de la niñez, iniciándose generalmente entre los 7 y 10 años de edad. El síndrome de Tourette afecta a personas de todos los grupos étnicos, aunque los varones se ven afectados con una frecuencia entre tres o cuatro veces mayor que las mujeres. Se calcula que 200,000 norteamericanos padecen de la forma más severa del síndrome de Tourette mientras que una de cada cien personas presenta síntomas más leves y menos complejos, tales como tics motores o vocales crónicos o los tics pasajeros de la niñez. Aunque el síndrome de Tourette puede manifestarse como condición crónica con síntomas que persisten durante toda la vida, la mayoría de las personas que padecen del mal presentan los síntomas más severos durante los primeros años de adolescencia y van mejorando al avanzar hacia la fase más tardía de la adolescencia y posteriormente en la madurez.


Lo más representativo de este síndrome de Tourette son los tics motores y la presencia también de uno o más tics vocales. Estos aparecen varias veces al día, de forma recurrente, a lo largo de mucho tiempo. Este trastorno surge antes de los 18 años.

La localización, frecuencia, complejidad y gravedad de los tics varían a lo largo del tiempo. Los tics motores pueden afectar cualquier parte del cuerpo, incluyendo rostro, cabeza, torso, extremidades superiores e inferiores. Los tics motores simples son contracciones rápidas, sin significado, de uno o varios músculos, como el parpadeo. Pero también pueden presentarse otros más complejos como tocar, agacharse, doblar las rodillas, dar pasos hacia atrás y hacer giros mientras se camina.




Los tics vocales incluyen distintas palabras o sonidos, como chasqueos, gruñidos, aullidos, ladridos, olisqueos, bufidos o toses. La coprolalia, un tic vocal complejo que entraña la expresión de obscenidades, se da en una pequeña minoría, por lo que no se requiere para diagnosticar este trastorno.

Aproximadamente en la mitad de los individuos con este trastorno de Tourette, los primeros síntomas suelen ser tics simples, siendo el más frecuente el parpadeo. Con menos frecuencia, los tics iniciales afectan otras partes del rostro o del cuerpo y pueden consistir en muecas faciales, giros de la cabeza, esnifar, saltar, aclarar la garganta, pronunciar sonidos o palabras.

Este trastorno de Tourette suele ir acompañado de obsesiones y compulsiones, hiperactividad, distraibilidad e impulsividad। Con frecuencia se observa malestar social, vergüenza, excesiva autoobservación, desmoralización y tristeza, lo cual puede interferir de forma muy serie en la vida afectiva, social y laboral del individuo.

El síndrome de Tourette es una forma de desorden tic. Esto es un desorden neurológico caracterizado por los movimientos involuntarios (tics del motor) y los vocalizations (tics phonic o vocal).

El síndrome de Tourette es una condición bastante común del niñez-inicio que se puede asociar a las características de muchas otras condiciones. El desorden comienza generalmente antes de que el individuo sea 21 años y sea generalmente de por vida, con los síntomas siguiendo encerar y un curso de disminución.

El desorden del síndrome del Tourette fue nombrado para un neuropsychiatrist francés que determinó con éxito el desorden en el último 1800s:

El síndrome de Tourette (TS) es un desorden neurológico caracterizado por los movimientos del tics - o los vocalizations involuntarios, rápidos, repentinos que ocurren en varias ocasiones de la misma forma.


  • ¿Qué son tics?

Son movimientos o sonidos emitidos de forma involuntaria, en la mayoría de los casos rápidos, arrítmicos y estereotipados-repetidos. Además sobrevienen en forma repentina y son recurrentes, es decir que se repiten en el transcurso del tiempo.
Estos tics pueden ser muy variados tanto en intensidad como en la localización y además tener un comportamiento diferente en el tiempo. Por ejemplo un tic simple como el repetido pestañeo puede después de unas semanas o meses desaparecer definitivamente. En ese caso no se trata de ST salvo que unas semanas después aparezca otro tic y el problema persista en el tiempo aunque con distintos tics que cambian, aparecen y desaparecen.
Hay otros comportamientos ”extraños”, la mayor parte de los cuales pueden ser llamados tics, que también tienen que ver con ST. Pueden darse como ejemplos, el girar con el cuerpo alrededor de un punto, decir ciertas palabras solo porque se siente el impulso de hacerlo, presentar repentinos ataques de ira, berrinches a pesar de haber estado muy tranquilo un instante antes, escupir compulsivamente, romper los cuadernos y libros escolares, repetir sus propias palabras o las de otros sin ningún sentido.
Para responder a la pregunta sobre qué es lo que pertenece a ST y qué es lo que puede ser tic, se necesita una explicación algo más completa pues la variedad de tics es muy grande. También lo son su comportamiento en el tiempo y los problemas frecuentemente asociados, que complican la comprensión de la problemática de los niños y jóvenes que los padecen. A simple vista parece ser sencillo reconocer los tics pero puede presentar más dificultad reconocerlos, cuando uno encuentra personas que presentan tics poco comunes.










  • Historia

Desde que Gilles de la Tourette a finales del 1800 hizo una descripción sistemática del síndrome, se han tratado de dar diferentes explicaciones causales. Se opina que ciertas ideas tempranas de de la Tourette, tienen todavía actualidad.
La causa asienta con gran probabilidad en trastornos de ciertas funciones cerebrales localizadas en estructuras profundas del cerebro, los ganglios basales, que regulan los movimientos y los impulsos. En especial las diferentes substancias llamadas neurotransmisores que actúan en estas estructuras parecen tener importancia. Alteraciones a este nivel pueden dar tanto exagerado control de los movimientos como falta del mismo. En el primer caso puede el resultado ser una extrema rigidez muscular con dificultad de movimientos como en la enfermedad de Parkinson. En el segundo caso puede darse un exagerado sacudimiento muscular con dificultad de manejar los estímulos externos como en el caso de ST. En 1960 se descubrió que una substancia, el aloperidol, que impide la acción de uno de esos neurotransmisores, la dopamina, podía disminuir los tics en las personas con ST como si existiera en estos pacientes una aumentada sensibilidad a la dopamina. Se han realizado mediciones y comparaciones en el LCR en personas con y sin ST pero estas investigaciones no han dado un resultado tan concluyente como se había esperado. La hipótesis sobre el rol de la dopamina está todavía lejos de ser la absoluta verdad lo que demuestra que no es sencillo encontrar una medicina que calma un síntoma y de allí sacar conclusiones sobre las causas que lo ocasionan.
Hasta hace algún tiempo se interpretaba este trastorno desde el punto de vista psicodinámico como ocasionado por causas psicológicas siendo la expresión de un trastorno inconsciente en la relación entre los padres y el niño. Estas ideas ya han sido dejadas de lado hasta inclusive por gran parte de los psicoanalistas। Aunque la causa de ST no está dilucidada todos los estudios indican en la actualidad que se trata de un trastorno funcional del cerebro. Hay mucho apoyo en investigaciónes para afirmar además que es un trastorno hereditario. Porqué sucede y cuales son los factores que facilitan o impiden su desarrollo está todavía sin responder.La psicología tiene sin embargo todavía para aportar en lo que se refiere al ST; sobretodo ante la ausencia, en la actualidad, de un tratamiento medico curativo.
Aunque los tics y los otros problemas asociados se hayan mejorado o desaparecido, suele ocurrir que los pacientes desarrollan problemas secundarios debido a pérdida de la autoestima y por la permanencia de conflictos que se crearon durante el apogeo del trastorno y que requieren de intervención de psicólogo.



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